27.5.08

Pi: Faith in chaos. 1998. (Pi: el orden del caos).


Darren Aronofsky



Considero a las matemáticas como un mundo ideal. Un lugar que tiene existencia propia independientemente de la nuestra. Es éste un sitio complejo, inextricable, obscuro, pero coherente, fascinante y receptáculo de la razón pura.

Aquellos que profunda o superficialmente se han acercado a esta disciplina sabrán que tiene como característica principal algo indescriptible que sólo podría llamar mágico. Todo ese orden, precisión e infalibilidad la hacen lo más cercana a la perfección, ergo a Dios.

Esta idea, según la cual las matemáticas son el lenguaje divino, es antigua y su paulatina evolución ha reforzado este místico indicio. Los matemáticos han encontrado que los más distantes caminos conducen hacia un mismo número, como si la naturaleza apuntara a él directamente.

Pi equivale a la razón de la circunferencia entre el diámetro del círculo. Su descubrimiento se pierde en los anales del tiempo. Ha sido un usual objeto de estudio y las conclusiones prosiguen:



Los entes ajenos a esta rigurosa ciencia se han involucrado en las excentricidades que pueden percibirse del alejado mundo inmaterial. El cine, como identidad y consciencia humana, ha reflejado los aspectos más siniestros pero también los más notables de la sociedad. En este caso particular, Aronofsky exhibe a un sujeto ensimismado, obsesionado por descubrir El Número, aquél que dé lógica al universo, aquél que lo haga predecible; un número que otorgue un patrón a sus manifestaciones y que por fin evidencie la relación entre causas y efectos.

El protagonista emprende una odisea por las lecturas sagradas del judaísmo, el comportamiento de los mercados bursátiles, las voraces multinacionales y las enseñanzas y avances de su mentor… todo por justificar su existencia y desentrañar los misterios que el creador ha puesto enfrente. El novel matemático se ve involucrado en éstas y muchas otras adversas situaciones hasta que el destino le depara la iluminación.

Ante la imposibilidad de bautizar a este hipótetico y trascendental valor, el cineasta recurre al citado y bien conocido número para intitular su trabajo. La razón no es producto de la casualidad, es más bien la necesidad de fijar una idea concreta en la mente del espectador: la existencia de un número con infinitas propiedades; todos, inconscientemente, lo relacionamos con pi, e o phi.

Pi: el orden del caos significó el debut de un joven y ambicioso cineasta. En términos generales se puede afirmar que debutó con el pie derecho y tanto la crítica especializada como el público común y corriente aprobaron rotundamente su capacidad de experimentación y su alejamiento de los tópicos recurrentes.

Siendo esta su ópera prima, los recursos, al igual que el apoyo proveniente de la industria, fueron escasos hasta después de consumado el éxito. Aronofsky demostró una vez más que los efectos especiales, los actores de renombre, las casas productoras y las grandes sumas invertidas en publicidad salen sobrando cuando se tiene una idea innovadora y se tiene la suficiente capacidad técnica para materializarla sin desviarse por las múltiples tangentes que pueden aparecer en la realización.

Aronofsky no hace más que proyectar los dilemas y los cuestionamientos que una y otra vez acechan nuestros pensamientos y nuestros más profundos subterfugios mentales. Escogió para ello el método más purista y más racional que el hombre haya descubierto: la abstracción.

Ejercicio 1. Demuestre que pi es irracional.
Ejercicio 2. Demuestre la identidad de Euler.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que finalmente encontraste tiempo para escribir. Buen post, buen blog, así debería ser todos los blogger. No sé cuado haré mi ciclo Aronofsky, pero te tendré informado llegado su momento.

En uno de tus comentarios en Requiem por un Sueño, en respuesta al mío, dices que te parece un fiasco The Fountain. En fin, respeto tu opinión pero a mí me fascinó, ya leerás las razones. Me pareció atrevida y con un mensaje tan profundo que es dificil de digerir. Sin duda una pelicula muy humana, como PI. A mi Pi me fascinó igualmente, ese ambiente claustrofóbico... ese ambiente endurece más la angustia del protagonista, de tal forma que agobia al espectador y lo pone inevitablemente en su papel. Esa es la habilidad de Aronofsky, meter al espectador en la película aunque sea en toda su crudeza.

Hasta pronto.

aRkHAm AsyLUm dijo...

Me parece interesante la manera tan radical en que pueden diferir las opiniones sobre un mismo tema.

El caso de "La fuente", y a pesar de las subjetivas percepciones, es particular porque se nota que está muy bien hecha y demasiado pulida. Mis comentarios ván más en sentido de lo que Aronofosky había hecho anteriormente y desde esa perspectiva ésta película es muy diferente.

Lo que me parece rescatable es cada persona encuentra algo que otras les pasa desapercibido. Seguramente tiene que ver con cuestiones muy personales e inclusive con las experiencias que cada uno desarrollamos a lo largo de nuestra existencia.

El encanto de una buena película es enganchar al espectador por ese lado porque es infalible.

Espero que, efectivamente, me avises de algún post sobre Aronofosky para poder conocer así los argumentos que te sedujeron en "La fuente.."

ADiós!!