30.8.07

Blade Runner. 1982.


Ridley Scott


El cine no fue igual después de esta obra maestra. Oscuridad, frialdad, desesperanza, incertidumbre, la vida en un hilo….todo ello y mucho más captado por el lente analítico y febril del más genial de los directores británicos. La ciencia ficción como siempre debió ser contada. Parábola del futuro desolador, lúgubre, insensible, increíblemente mecanizado y automatizado que podría esperarnos en unas cuantas décadas.

Si uno puede identificar a Phillp K. Dick es invariablemente por la buena cantidad de adaptaciones que se han hecho de sus cuentos o novelas: “Lo recordaremos por usted perfectamente”, “El informe de la minoría” y “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, entre los más notorios. Es precisamente esta última la que nos compete por ahora.

“Total recall” es una bazofia filmada en 1990 y protagonizada (¿por quién más?) por Arnold Schwarzenegger. Su inspiración es el primero de los escritos citados en el párrafo superior. Versa sobre una técnica de implementación de memorias falsas: la gente puede creer que hizo lo que desea sin ser necesariamente verídico. El relato es ágil, paranoico, intenso y el final es totalmente inesperado. Su contraparte filmográfica es confusa por errores de guión, pero además resulta chafa y mal hecha; la historia original es totalmente desvirtuada y se desaprovechó una idea sorpresiva y totalmente original.

“Minority Report” vio la luz hace unos cuantos años. Como toda superproducción está muy bien cuidada y visualmente resulta muy interesante. Por otro lado, las actuaciones dejan un poco que desear y en determinados momentos la trama cae en los más superficiales clichés (persecuciones, sentimentalilsmos baratos…). A pesar de ello, me parece que, en general, es buena y hasta entretenida.

Finalmente, en “Blade Runner” el amante del séptimo arte puede observar un enfoque totalmente diferenciado al de la novela. El libro está totalmente orientado a la manera en cómo vive la gente de una ciudad consumida por los desastres nucleares; refleja la terrible soledad que impera en sus moradores, el desastre ecológico, la forma de hablar –nuevos dialectos-, las nuevas profesiones y las aspiraciones de la gente ordinaria (comprar el duplicado mecanizado de algún animal común y corriente años atrás).

Es indecible la ambientación que Scott logra y la atmósfera con que baña a todo el largometraje: desde el primer instante uno siente mucha nostalgia y tal vez hasta desesperación. La cinta tiene una iluminación deprimente: la ciudad de Los Angeles está constantemente en penumbras, hay abundante lluvia, prolifera el neón y la influencia nipona está por doquier.

El meollo de la trama se puede leer al inicio de la película. La Corporación Tyrell ha desarrollado copias humanas fabricadas expresamente para trabajar en ambientes poco propicios y hasta peligrosos para la humanidad. Después de una rebelión y algunas muertes, su presencia en la Tierra está prohibida y la pena es la eliminación. Un grupo de amotinados llega al planeta y Deckard, un detective retirado, es asignado para ponerlos fuera de circulación. De paso, termina enamorándose de la más bella de las creaciones del propio Tyrell.

Scott se cuestiona sobre las características que nos hacen propiamente humanos; uno no puede dejar de simpatizar con los replicantes al observar su angustia cuando están a punto de ser despojados de aquello que les otorga “vida”.

Como podrá suponerse, la dinámica es policial, aunque carece de la acción característica. A pesar de que la fórmula es ya bien conocida (policías contra ladrones y una dama de por medio), el modo de contarla es poético. La película destila emoción tras emoción.

Gran parte de lo que rodea al largometraje es profundo y producto de incontables metáforas y referencias particulares. En general se notan alusiones constantes a los ojos: el test Voigt-Kampf analiza la retina, su resplandor es característico en los animales falsos y en los modelos Nexus, son objeto de estudio del científico japonés empleado de la Corporación, Roy se abalanza sobre ellos cuando monta en cólera contra su artífice… Por otra parte, y aunque soy un ignorante total del tema, la partida de ajedrez entre el magnate y Sebastian parece ser histórica y originalmente fue jugada por Anderssen y Kieseritzky. Esto se puede exagerar al extremo y ver cada detalle prediseñado con un trasfondo: la pirámide, los juguetes vivientes de Sebastian, la ciudad desolada, etcétera; cada quien puede opinar lo que quiera.

Por años se ha debatido si Deckard es o no un replicante. Edward James Olmos da una pista sobre el verdadero origen del protagonista. Me parece que su reacción, inmediatamente posterior al evento originario de la discordia niega tan delicada aseveración.

Al principio de los años ochenta, el mundo occidental veía con preocupación el auge económico de Japón. De seguir esa tendencia, pensaba la sociedad de estas naciones, el país oriental acabará por ser el mandamás internacional. Este enfoque catastrofista se nota en la película: uno puede observar a geishas anunciando Coca-Cola en espectaculares, su comida impregna las calles y hay muchos ciudadanos de origen japonés.


Particularmente considero como una de las más grandes novelas a “Neuromante” (Neuromancer) de William Gibson. El escenario que recrea Scott en la pantalla sería parecido a la tétrica ambientación descrita por el escritor norteamericano. Es un futuro desalmado, opacado por la tecnología. Tal es la supuesta similitud que se ha postulado en innumerables ocasiones que Gibson vio la película y ésta terminó por influir sustancialmente en la redacción de su novela. Yo lo dudo porque, sí bien hablan de lugares semejantes, la esencia de ambas es muy diferente: Gibson narra cómo la tecnología cambia el modus vivendi de las personas y Scott profundiza en el alma humana.

Convergen en el ya comentado influjo nipón, en la propagación de pandillas urbanas, en ciudades efectivamente cosmopolitas, atuendos estrafalarios, infinidad de aparatos tecnológicos, grandes corporaciones... Con el tiempo, el género artístico creado con ese deprimente enfoque terminaría por ser bautizado como ciberpunk. Los cómics, ánime, literatura, música y problablemente otras disciplinas terminaron por acuñarlo como temática habitual.

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