8.8.07

No matarás. (Krótki film o zabijaniu). 1988.



Krzysztof Kieślowski



Lúgubre historia sobre el asesinato, sus inspiraciones, procesos y consecuencias. Versa sobre la vida de un joven homicida llamado Jacek y su contemporáneo abogado, el entusiasta Balicki. La existencia de dichos sujetos se ve entrelazada de una manera apenas perceptible.

El asesino actúa sin razón y su comportamiento no obedece a ningun tipo de lógica. Es ensimismado, frío y cruel; además misántropo y se le escucha hablar en contadas ocasiones. De manera diametralmente opuesta, el legista es una persona interesada en sus congéneres, noble y caritativo. Se hizo abogado porque, según él, representa una función social y le interesa conocer personas que en otro trabajo no hubiera podido. Afirma que "todo hombre se pregunta el significado de su trabajo, pero entre más avanza también duda más". Es una persona muy blanda para su profesión, cree que "Nunca, desde Caín, un castigo ha hecho mejorar a nadie ni disuadirlo de cometer un crimen".

La película escarba profundamente en el perfil psicológico de los intérpretes y gran parte del tiempo transcurre en ello. Sin embargo, creo que el tópico que más sobresale tiene que ver con el hado y con sus extraños designios. A veces las elecciones más simples y naturales repercuten hondamente y tienen consecuencias trascendentales. La vida misma pende de la decisión más trivial, ése es el corolario de todo el desarrollo. Sin embargo, la humanidad despliega ideas absurdas de invulnerabilidad al admitir que "hay un momento cuando sientes que todo depende de ti".

Kiewślowski explota y podría decirse que hasta se recrea con este concepto. Sus personajes, al igual que los actores de las tragedias griegas, no son más que objetos expuestos a los embates del destino. Criminal y abogado son ubicados en el mismo café instantes antes del delito sin conocerse el uno al otro. El execrable acto es cometido con toda la violencia, crudeza y sangre fría posibles. No hay motivo, sólo es porque sí.

Así, defensor y defendido convergen en tiempo, lugar y circunstancia. El abogado se desvive en el caso porque no cree en la pena de muerte. Todo es inútil, la impotencia, la desesperación y la depresión se apoderan de su espíritu.

Después, poco antes de la ejecución, el observador podrá simpatizar con el homicida porque sólo es una víctima de las circunstancias. Al final, el cadalso y el verdugo hacen lo que explica su razón de ser. Esta inmolación no ceja en la crudeza y en la brutalidad, el cineasta expone la aberración de la pena capital y hace al espectador sensible de su atrocidad.

Como el lector podrá suponer, la dinámica de la narración es vertiginosa. Se suprimen todos los pormenores innecesarios y obvios; está totalemente avocada a lo realmente primordial. Los 85 minutos de duración se viven al límite.

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