26.9.07

Crash. (Alto impacto). 2004.

Paul Haggis



“El sentido del tacto. En cualquier ciudad verdadera uno camina y se roza con otros. En L.A. nadie se toca. Siempre estamos detrás de vidrio y de metal. Creo que extrañamos tanto ese tacto que chocamos unos con otros sólo para poder sentir algo”.

Complicado resulta averiguar si los premios Oscar tuvieron alguna vez credibilidad. Lo único que sé es que a últimas fechas están, para muchos verdaderos cinéfilos, totalmente desvalorizados. Este no es el momento ni el lugar para discutir los parámetros calificados por el jurado, pero “Crash” no merece los reflectores que proceden al éxito otorgado por la crítica especializada, independientemente de la naturaleza del galardón.

En esencia, es una cinta donde convergen una buena cantidad de historias relacionadas por cuestiones raciales, étnicas, sociales o como se les quiera decir. Cada cuadro expresa un profundo odio contra quienes son diferentes. No importa la nacionalidad del personaje: caucásicos, chinos, vietnamitas, mexicanos, salvadoreños, puertorriqueños, iraquíes, afroamericanos… todos se ven así mismos como estereotipos y como entes predeterminados a amenazar su status quo.

El director y el guionista despojan al espectador de su hipocresía manipulando sus verdaderas ideas sobre el racismo y uno cae en la cuenta de lo complejo que es impartir un punto de vista objetivo y sin prejuicios. Las escenas juegan con el observador poniéndolo a prueba a cada instante, paulatina e imperceptiblemente empieza a ser parcial y a emitir juicios sobre la buena cantidad de personajes que habitan la película.

Posiblemente el aspecto más destacable es que la cinta permite explorar las múltiples realidades de una muy compleja sociedad como lo es la norteamericana; verdaderamente un crisol de razas y un collage de culturas que es más un generador de problemas, odio, venganzas y profundos desacuerdos que promotor de la diversidad y la tolerancia. Para los ciudadanos de países donde la inmigración –no emigración- masiva no es fenómeno habitual, como lo es este, resulta bastante interesante aproximarse a ambientes que indirectamente nos afectan pero que parecen aún muy lejanos.

Los creadores del filme pecan de ingenuos y de repetitivos al momento de cerrar la película. Las emociones desatadas en los dos primeros tercios alcanzan su consumación de una manera bastante ridícula y forzada. Haciendo gala de medios totalmente gastados y baratos, desperdician lo que hasta ese momento era una película de mediana categoría y la convierten en una especie de telenovela mexicana por lo acartonado de sus desenlaces.

No faltan los milagros inesperados, el cambio profundo en la mentalidad de los sujetos, la toma de conciencia y, en general, la totalidad se impregna de una suerte de halo de esperanza. Es aventurado finalizar un guión así porque lo se había mostrado hasta ese momento no empata con ello.


La frase inicial de la cinta parace hablar de una sociedad muerta por dentro, donde se necesitan los enconos y la provocación para sentirse como veraderos seres humanos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta película me pareció muy interesante pues muestra una realidad, la cual no sólo se da en Los Ángeles, sino en varias partes de Estados Unidos y otros países muy poco desarrollados como México.
A mi punto de vista creo que hay que no sólo analizar películas como esta sino que hay que hacer conciencia de que lo que puede pasar con las ideologías que tenemos y de que es mejor romper con las barreras de la comunicación para poder enetender a las demás personas.

aRkHAm AsyLUm dijo...

Creo que los seres humanos somos intolorantes por naturaleza. No importa cuál sea la condición de los congéneres, siempre se estigmatiza la diferencia. Es lamentable que suceda así, pero ninguna sociedad está exenta.

En lo que concierne estrictamente a la película, tiene una manera deficiente de contar los acontecimientos. Me parece que la temática es rica y que se desaprovechó dejando el paso libre a los clichés y a los argumentos netamente televisivos.